Todos tenemos miedos. Hoy en día, uno de nuestros mayores temores es contraer la enfermedad COVID-19 o transmitírsela a alguien. Sin embargo, al mirar la lista de los miedos sociales más importantes, la glosofobia la encabeza como el mayor de todos los tiempos para la mayoría de las personas. La glosofobia es el miedo a hablar en público.
¿Por qué tenemos tanto reparo en dar un discurso frente a un público, ya sea pequeño o grande? ¿Es porque tememos fracasar? ¿Nos preocupa exponernos frente a otros que piensen que somos ineptos o no cualificados? El miedo a hablar en público deriva de nuestros pensamientos autoconscientes y de sentimientos muy arraigados. No queremos que nos engañen; no soportamos parecer incompetentes o ignorantes y nos aterra que se rían de nosotros o nos ridiculicen frente a nuestros compañeros.
El factor miedo puede ser tanto fisiológico como psicológico. A menudo surge cuando las personas sobrestiman la apuesta de comunicar sus ideas frente a otros y ven el resultado del evento de hablar en público como una amenaza potencial para su credibilidad, imagen o situación laboral (la lista puede seguir y seguir en diferentes niveles personales).
Dado que todos somos conscientes de nuestro miedo, debemos aprender a superarlo. Hay algunos consejos y técnicas que se pueden poner en práctica para vencer estos temores y mantenerse firme enfrentando el desafío de hablar en público.
10 consejos para hablar en público
A continuación, expondré los diez mejores consejos que puedes seguir para superar estas situaciones y librarte de los nervios al pronunciar un discurso frente a una audiencia:
1. Respira
Es tan simple como eso; solo respira. Todo atleta que se prepara para una gran competición aprende a practicar técnicas de respiración adecuadas. Aunque simplista en su connotación, aprender a respirar correctamente y desde el diafragma es la clave para reducir el estrés. Estos beneficios fisiológicos tienen efectos positivos en nuestras emociones y bienestar mental.
Los ejercicios de respiración profunda antes de una presentación reducen nuestros niveles de cortisol, la hormona que libera nuestro cuerpo cuando experimentamos emociones negativas o miedo, y aumentan los niveles de oxitocina, la hormona que potencia nuestras emociones positivas o nos da coraje. Respirar bien antes de una presentación aumenta la claridad mental, la energía y la concentración, además de mejorar las futuras reacciones al estrés.
Entonces, la pregunta es: ¿cómo respiramos y durante cuánto tiempo? Es importante respirar al menos diez veces antes de hacer una presentación para que sea eficaz. Tómate un par de minutos antes de hablar para hacer esto y prepararte. Inhala el aire mientras cuentas hasta cinco, empujando el abdomen hacia afuera, y exhala lentamente en una nueva cuenta de cinco contrayendo el abdomen hacia atrás.
Acostúmbrate a incorporar esta técnica de respiración en tu rutina antes de cada discurso y notarás la diferencia a medida que tu cuerpo se relaja de forma natural y te ayuda a liberar endorfinas y aumentar tu valor.
2. Tensa los músculos
Tensar los músculos es otra actividad física que se puede realizar para ayudar a reducir el estrés fisiológicamente. Si tensas los músculos flexionando un poco los brazos y las piernas (tensándolos y soltándolos), ayudarás a que tu cuerpo se relaje y pierda rigidez. Puedes hacerlo sentado o mientras estás de pie, justo antes de empezar la presentación, porque es imperceptible y muy efectivo.
3. Conoce a tu audiencia
Es clave saber quiénes van a formar tu audiencia. Hazte estas preguntas al crear tu presentación: ¿qué clase de personas integrarán tu audiencia?; ¿qué mensaje quieres transmitirles?; ¿el público lo aceptará?; ¿es únicamente una presentación técnica o deberás posicionarte de alguna forma política o ideológica?
Saber a quién dirigirás tu presentación te ayudará a enfocar tu discurso de una manera específica y a sentirte cómodo sabiendo que esas personas probablemente no están allí para atacar tu mensaje, sino para apoyarlo y estar informadas sobre él.
Conviene investigar un poco de antemano para saber qué esperar de ese público, llegar temprano y hablar con algunos asistentes sobre sus opiniones y pareceres. De esa manera, tendrás información privilegiada y caras amigables en las que poder concentrarte cuando subas al escenario. La conversación te ayudará a relajar los nervios, creará un vínculo con tu audiencia y te preparará para hablar de forma «personal» frente a tu público.
4. Adopta una buena postura
La postura es muy importante, tanto para que el público te vea como una persona segura como para que tú también te sientas confiado mientras te mantienes erguido y orgulloso. No hay nada peor que ver a un orador en el escenario desplomado y sin establecer un buen contacto visual o sin una postura firme. La pose de Superman no es un mito sino un hecho comprobado. Si adoptas una pose orgullosa, de estilo superhéroe, comenzarás tu presentación transmitiendo seguridad en el escenario, así que inténtalo.
5. Perfecciona tu apertura
Se dice que solo tardamos siete segundos en formarnos una primera impresión sobre una persona. Por lo tanto, es crucial que practiques y perfecciones la apertura de tu discurso. Si puedes captar la atención del público y crear una buena impresión en los primeros siete segundos, esto establecerá el tono para el resto de tu presentación. Además, la ansiedad disminuye después de los primeros 60 segundos, por lo que si comienzas con buen pie, lo demás será más fácil.
6. Visualízate teniendo éxito
La visualización es una buena manera de reducir la ansiedad. La mayoría de las personas tienden a visualizarse equivocándose o, lo que es peor, olvidando su material y de pie ante la audiencia, congeladas, esperando que haya un agujero cercano hasta el que puedan arrastrarse.
En lugar de esos pensamientos negativos, trata de imaginarte a ti mismo logrando un éxito sensacional. Visualízate dando tu presentación sin problemas y sin fallos, y a tu audiencia aplaudiendo con fervor. Cuanto más pienses positivamente en tu experiencia, más entrenarás tu mente para conseguirlo.
7. No temas hacer pausas silenciosas
La gente tiende a tener miedo al silencio. Sienten que si hacen una pausa por un momento para aclarar sus pensamientos, harán que la audiencia los mire preguntándose si saben de qué están hablando. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto.
Cuando un orador usa los silencios sabiamente para organizar sus pensamientos, se le da al público la imagen o la expectativa de que va a decir algo interesante. Puede cambiar el ritmo y la dinámica de un discurso y permitir que su audiencia lo «alcance» si tiende a hablar rápido debido a los nervios.
Una pausa también puede ayudar en caso de que olvide lo que quería decir. Añadir una pausa de tres a cinco segundos puede ser crucial, porque nuestro cerebro funciona a una velocidad tan rápida que te da como orador el tiempo suficiente para reorganizar tus pensamientos y tal vez recordar lo que hayas olvidado decir.
8. Involucra a tu audiencia
Un monólogo es una cosa, pero involucrar a tu audiencia puede ser divertido y hacer que tu discurso sea más memorable y menos nervioso. Puede ser una buena manera de conectar con tu auditorio y te ayudará a sentirte más cómodo, lo cual es clave para que tu presentación sea un éxito. Haz preguntas directas o una pregunta retórica al público. Señala a alguien en la multitud o en la sala de reuniones para que comparta su opinión, sugerencia o experiencia. Esto no solo agregará valor a la presentación, sino que será una buena manera de atraer el interés de los presentes.
9. Cuenta una historia o anécdota
Al igual que la participación del público, contar una historia en la apertura o una anécdota durante el discurso te ayudará a sentirte más seguro. La clave aquí es que conozcas bien la historia y que sea veraz. La historia debe relacionarse con el discurso, por supuesto, y si se practica y perfecciona, te hará sentirte seguro para pasar al siguiente tema y te ayudará a relajarte.
10. Practica y luego practica de nuevo
«¡¡Practica!!» es el consejo común para cualquier cosa que desees hacer bien y en la que quieras lograr los mejores resultados. Sin embargo, en el caso de hablar en público, nada podría estar más cerca de la verdad. Hablar en público no es una habilidad innata, sino que se aprende con la práctica y la repetición. Cuanto más hables en público, mejor orador serás.
Si solo tienes que dar una presentación en tu vida, practica esa presentación con todos aquellos que encuentres, incluidos tus amigos, familiares y compañeros de trabajo. Esto te ayudará a perfeccionar tus habilidades y a recibir algunas críticas constructivas para que puedas modificar la presentación y mejorarla aún más.
Practicar te dará la confianza que necesitas, porque si estás familiarizado con el contenido de tu exposición y la conoces por dentro y por fuera, te sentirás muy cómodo compartiendo esa información con la audiencia, tal como lo harías en una conversación con amigos.
Y si ninguna de estas técnicas funciona, siempre puedes usar el consejo bien conocido de «¡piensa que todo el público está desnudo!».
Buena suerte.